Oscuridad. Un negro perpetuo, imposible de aclarar, parecía tan espeso que daba la sensación de que atrapaba todo aquello que osara adentrarse en ella. Un escalofrío recorrió todo mi ser. Esa cueva debía de ser la entrada al mismísimo Hades.
- Aquí es. Entremos, quiero enseñarte algo.- Dijo la dama que me guiaba. Me quedé petrificado al oír sus palabras. Ella notó mi inseguridad, pues se acercó a mi, puso sus suaves manos sobre mi rostro y clavando su mirada en mis ojos dijo: - No te asustes, a veces tras la oscuridad mas temible se encuentra la luz más brillante.- Una vez más, sus ojos del verde más intenso, consiguieron que me olvidara de todo, si ella quería, le seguiría hasta el fin del mundo.
– Este pequeño recorrido será el principio de tu viaje. – Me explicó justo antes de que su cuerpo fuera devorado por las tinieblas de la cueva.
Al verla desaparecer delante de mis ojos un sentimiento de angustia se apoderó de mí. Estiré mi brazo y cuando la yema de mis fue dedos fue engullida por las sombras sentí un frío intenso, sepulcral. Esa sensación me envolvió cuando crucé la penumbra. Nada mas atravesar el umbral, ese frío vino acompañado de toques de tristeza, Parecía que la alegría de mi interior había muerto, y eso me inquietó.
No se distinguía nada, solo había oscuridad. Me quedé quieto, pues no sabía que podía haber a mí alrededor. Centré mi atención en mis oídos. Lo único que se escuchaba era el sonido rítmico de gotas cayendo contra el suelo. De pronto, el eco me trajo la más dulce de las melodías. – Sigue adelante, no tengas miedo, es un camino oscuro pero corto, te espero en la luz. –Resonó la voz de la muchacha. Escucharla me dio la valentía para comenzar a andar, recto, con decisión. No se cuanto tiempo pasó, pero en el centro de toda esa penumbra vi un punto de claridad que, cuanto más avanzaba hacia ella, más grande se hacía. De nuevo, descubrí en mi esa alegría que creí perdida. Mis pasos se aceleraron, pero en ese instante escuché susurros. –No vayas hacia la luz, pensadlo bien. Cuanto mas intensa es una luz, mayor es la sombra que proyecta. –Decían los murmullos. Desconcertado, miraba a mi alrededor buscando vanamente la procedencia de esas voces. Pero lo que encontré en su lugar fue la chica, en medio de la luz, con sus brazos extendidos, llamándome en silencio. Como el perro que encuentra a su amo, corrí hacia ella. Salí de la oscuridad cegado por la intensa luz. Ella me abrazo intensamente y apoyo su barbilla en mi hombro. La fragancia de sus cabellos me embriagó, y la felicidad se apoderó de mi ser. –Tranquilo, esos seres no te volverán a molestar. Solo desean que no estemos juntos, que te quedaras en la sombras con ellos, pero tu has sido tenaz y no has caído en sus engaños –Me felicitó con un tono calido en su voz. Me dio el beso más dulce jamás regalado por unos labios –Sígueme, aún nos queda un poco. –Dijo antes de girarse y proseguir con la marcha. Cuando me disponía a seguirla, una mano lóbrega salió de la penumbra y me agarró fuertemente del hombro. Giré la cabeza asustado, pues el resto del cuerpo se quedó petrificado por el miedo. De la sombras surgieron dos grandes ojos, que me miraban de manera penetrante – Siento que no tomaras en consideración nuestros consejos. Solo espero que te des cuenta de lo que ocurre antes de que sea tarde. – Justo cuando terminó la frase, la mano me soltó y desapareció en las tinieblas de nuevo. En el tiempo de un parpadeo las sombras ocupaban de nuevo el lugar donde se encontraban los ojos de aquel misterioso ser.
- Aquí es. Entremos, quiero enseñarte algo.- Dijo la dama que me guiaba. Me quedé petrificado al oír sus palabras. Ella notó mi inseguridad, pues se acercó a mi, puso sus suaves manos sobre mi rostro y clavando su mirada en mis ojos dijo: - No te asustes, a veces tras la oscuridad mas temible se encuentra la luz más brillante.- Una vez más, sus ojos del verde más intenso, consiguieron que me olvidara de todo, si ella quería, le seguiría hasta el fin del mundo.
– Este pequeño recorrido será el principio de tu viaje. – Me explicó justo antes de que su cuerpo fuera devorado por las tinieblas de la cueva.
Al verla desaparecer delante de mis ojos un sentimiento de angustia se apoderó de mí. Estiré mi brazo y cuando la yema de mis fue dedos fue engullida por las sombras sentí un frío intenso, sepulcral. Esa sensación me envolvió cuando crucé la penumbra. Nada mas atravesar el umbral, ese frío vino acompañado de toques de tristeza, Parecía que la alegría de mi interior había muerto, y eso me inquietó.
No se distinguía nada, solo había oscuridad. Me quedé quieto, pues no sabía que podía haber a mí alrededor. Centré mi atención en mis oídos. Lo único que se escuchaba era el sonido rítmico de gotas cayendo contra el suelo. De pronto, el eco me trajo la más dulce de las melodías. – Sigue adelante, no tengas miedo, es un camino oscuro pero corto, te espero en la luz. –Resonó la voz de la muchacha. Escucharla me dio la valentía para comenzar a andar, recto, con decisión. No se cuanto tiempo pasó, pero en el centro de toda esa penumbra vi un punto de claridad que, cuanto más avanzaba hacia ella, más grande se hacía. De nuevo, descubrí en mi esa alegría que creí perdida. Mis pasos se aceleraron, pero en ese instante escuché susurros. –No vayas hacia la luz, pensadlo bien. Cuanto mas intensa es una luz, mayor es la sombra que proyecta. –Decían los murmullos. Desconcertado, miraba a mi alrededor buscando vanamente la procedencia de esas voces. Pero lo que encontré en su lugar fue la chica, en medio de la luz, con sus brazos extendidos, llamándome en silencio. Como el perro que encuentra a su amo, corrí hacia ella. Salí de la oscuridad cegado por la intensa luz. Ella me abrazo intensamente y apoyo su barbilla en mi hombro. La fragancia de sus cabellos me embriagó, y la felicidad se apoderó de mi ser. –Tranquilo, esos seres no te volverán a molestar. Solo desean que no estemos juntos, que te quedaras en la sombras con ellos, pero tu has sido tenaz y no has caído en sus engaños –Me felicitó con un tono calido en su voz. Me dio el beso más dulce jamás regalado por unos labios –Sígueme, aún nos queda un poco. –Dijo antes de girarse y proseguir con la marcha. Cuando me disponía a seguirla, una mano lóbrega salió de la penumbra y me agarró fuertemente del hombro. Giré la cabeza asustado, pues el resto del cuerpo se quedó petrificado por el miedo. De la sombras surgieron dos grandes ojos, que me miraban de manera penetrante – Siento que no tomaras en consideración nuestros consejos. Solo espero que te des cuenta de lo que ocurre antes de que sea tarde. – Justo cuando terminó la frase, la mano me soltó y desapareció en las tinieblas de nuevo. En el tiempo de un parpadeo las sombras ocupaban de nuevo el lugar donde se encontraban los ojos de aquel misterioso ser.